Peñíscola no sólo es singular por su emplazamiento sobre un promontorio rocoso rodeado por el mar y unido a tierra por un tómbolo arenoso, sino por sus excepcionales monumentos, los hechos históricos de los que sirvió de escenario y la belleza de sus playas y enormes acantilados de la Serra d’Irta, paraje natural de gran belleza.

El Castillo de Peñíscola
Por su estado de conservación y tipología constructiva se trata del más importante baluarte arquitectónico de la orden del Temple en todo Occidente. Los enigmáticos caballeros Templarios edificaron este Castillo a imagen y semejanza de los que antes habían construido en Tierra Santa, conserva en la actualidad todas las particularidades de una obra templaria siendo uno de los más claros exponentes de dichas características.
Habitado durante muchos años por el Papa Luna (Benedicto XIII), comparte con el Vaticano y el Palacio de Aviñón el privilegio de haber sido sede Pontificia; una de las tres que ha habido a lo largo de la historia.
Desde el 4 de junio de 1931 es Monumento Histórico-Artístico Nacional y recoge entre sus muros más de 700 años de existencia, convirtiéndose, para el visitante, en una puerta por la que acceder a la vivencia de su historia y un lugar perfecto para el disfrute del ocio y la cultura.

Otros lugares de interés histórico – artístico son: La Parroquia de Santa Maria, con tracería gótica del siglo XV en parte de ella y elementos arquitectónicos y puerta, de tradición románica. El Ermitorio de la Mare de Déu d’Ermitana, patrona de la ciudad, de estilo barroco valenciano junto al castillo en. El Parque de Artillería, conjunto fuerte y seguro, donde actualmente se conjugan las rampas, túneles, polvorines, fosas y murallas con las palmeras, olivos y lavandas. El Bufador, que es una gran brecha entre las rocas por la que «respira» el mar en los días de temporal.



